domingo

¿Cuál era la diferencia entre la arena y las hormigas? Ninguna, muchas quizás. Ambas, todas, eran pequeñas, minúsculas, diminutas de manera ridícula. Pero le encantaban. Adoraba sentirlas en los pies, entre el dedo más pequeño y el que, por cariño, no se separa nunca del. Le encantaba el cosquilleo que se producía en el contacto entre su piel, sus vellos y su caminar lento al subir, al caer, al bailar en ella. Quería ser hormiga, o arena, o algo increíblemente pequeño. Que pudiera bajar, subir, caer, ser lanzado sin sentir el golpe.

Sin sentir ningún golpe

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