viernes

Sin titulo

Bien, como dijo una amiga que comento la vez pasada, cuando el cerebro no me da como para escribir algo sobre mi o sobre algún tema medianamente interesante, les dejo algo para que lean, si es que quieren claro..Abrazos


No. No era tan tarde. Quizás seguía conectado, esperándome. No. Esperándome no. A lo mejor el calor le impedía dormir o no lograba conciliar el sueño pensando en lo último que le dije. Tampoco. Subí las escaleras corriendo, recriminándome por no llevar reloj.
Apenas abrí la puerta de mi dormitorio sentí un extraño vacío en mi estómago. Se veía todo pequeño, demasiado oscuro. El calor que me había hecho salir del departamento e ir en busca de un poco de frescura al parque seguía pegado en las pareces y apenas puse un pie dentro de mi hogar, pude sentirlo. Me envolvió por completo y el impulso de volver a salir, de encontrar un lugar lejos de esas cuatro paredes. Demasiado tarde, pensé. Mentira, recapacite luego. Aunque eran las doce de la noche si hubiera querido, nada me habría impedido salir y sentarme en alguna banca del parque contiguo a mi casa. Pero algo me decía que el me esperaba.
Deje las llaves sobre la mesa y en silencio camine a través del pasillo. Abrí la puerta del dormitorio de mi hermana para ver si dormía. Al contrario, estaba despierta. Leía y al notar mi presencia, cerró su libro y mirándome con un tono de reproche en la mirada me dijo:
-Demasiado tarde. ¿No crees?
- Salí a dar una vuelta solamente, le respondí con voz apagada
- Por esta vez no diré nada. Ahora vete de acá que quiero seguir leyendo

Cerré su puerta y me dirigí hacia mi habitación. Mi hermana estaba acostumbrada a mis paseos nocturnos durante el verano y muchas veces las caminaras fueron en compañía de ella misma. El problema era que aquella noche nuestro padre estaba en la casa, y despertarlo habría sido un gran error.

Mi dormitorio, al final de la casa, era el más grande. Sólo tenía un defecto. Estaba alejado de todo. Más bien una ventaja, si es que lo meditaba un poco más. Eran muchas las noches en que no dormía, y me pasaba horas enteras viendo televisión con el volumen alto.

Me saqué los zapatos, los aros los guarde en una caja pequeña que estaba sobre el velador y encendí el computador. Mientras tanto me puse mi pijama. Totalmente rosado, más que una persona me hacía sentir como una frutilla gigante.
Me acerque hasta el escritorio y miré la pantalla con atención. Moví el mousse y seleccione “conectar a Internet”. Mientras esperaba, me mordía las uñas y respiraba un poco más rápido que de costumbre. Tenía las manos sudorosas y no sabía si era por el calor o por los nervios. Conectada ya, decidí iniciar sesión. Estaba esperando que estuvieras ahí, esperando. Deseando escribir para mi, pensando en mi.

Un cuadrado pequeño me indicaba: “Usted tiene un nuevo correo electrónico”. Ansiosa, lo seleccione y comencé a leer con impaciencia lo que me habías enviado.

“Me retrase. Llegó mañana. Adiós.

- ¿Qué?, dije en voz alta y enfurecida

Mis mejillas comenzaron a hervir y no pude evitar ponerme de pie de la rabia que sentía. ¿Adiós?. Totalmente insípido, sin textura, sin color. No como cuando por noches enteras leía lo que el me decía desde su casa, y un “chao” significaba un quédate un rato más, un “me voy” demostraba a gritos que me moría por quedarme y un “nos vemos” suplicaba que me pidieras que me quedara. Decepcionada evite el saludo de una amiga que estaba viviendo en Brasil desde hace unos meses y tecleando sin ganas, le dije que sólo me había conectado para revisar unas cosas. Apague el computador, cerré la ventana de mi pieza y me decidí a morir asfixiada entre las sabanas de mi cama. Me tape completamente y cerré los ojos.

Lamentablemente al día siguiente desperté. Abrí los ojos y lo primero que hice fue correr las cortinas de mi ventana y mirar hacia fuera. Sentir que el sol chocaba contra mis mejillas y me sonrojaba un poco la piel. Abrí también la ventana parta respirar un poco de aire y quitarme un poco el sueño. Luego mire el reloj y ví la hora.

- La una, gritó mi hermana mientras entraba al dormitorio con enojo. Levántate ahora
- Okey, ya voy, respondí cansada

Antes de eso encendí nuevamente el computador. Todo de nuevo. Cambie mi estado a ausente y luego caminando con calma, me dirigí hasta la cocina. Cuando con lentitud movía mis pies por la alfombra del pasillo, decidí retroceder y volví hasta mi pieza. Ahí cambie mi nick: Ausente para todos, excepto para ti.

Me fui, corriendo ahora, hasta la cocina. Mi hermana, unos dos años mayor que yo me miró con un rostro que solo demostraba reproche. Era esa maldita manía que ella tenía de creerse mi madre. Me mostró una bolsa que tenía entre sus manos y un cuchillo inmenso.

- Si quieres almorzar hoy, debes ayudarme, dijo mirándome de manera muy seria
- Claro, respondí sonriendo con falsedad. Tome el cuchillo y comencé a pelar una a una las papas que estaban en aquella bolsa negra

No podía concentrarme e incluso me hice un corte en mi dedo. Puse el dedo en mi boca, luego de lavarlo y comencé a lamerlo. Me dolía.

- Voy a buscar a buscar algo para ponerme en el dedo, dije a mi hermana que barría el piso del living
- Ok, no te demores, respondió concentrada en su labor

Corrí hasta mi pieza y con el dedo en la boca, llegue hasta ella. Me senté y ví una luz latiendo en el escritorio de la pantalla. Moviendo el mousse con mi mano izquierda, la seleccione y mientras sonreía, leí su nombre. Rodrigo había llegado.

- Hola, ¿estás ahí?, preguntó

Pensé en no responderle. En hacerlo esperar un día, de la misma forma en que el a mi me había hecho esperarlo. En ser fría, en no mostrarle cuanto extrañe sus palabras. Pero no pude y el deseo de sentir que me leía me gano.

- Si estoy, respondí escribiendo con mi mano izquierda
- Genial, contestó inmediatamente
- ¿Cómo lo pasaste?, fue mi pregunta instantáneamente

Se demoró en replicar. Unos cinco minutos quizás más. Yo no dejaba de apretar mi dedo y cada momento que pasaba lograba conmocionarme aún más los nervios.

- ¿Estás ahí?, tecleé un poco aburrida de esperar
- Si. Estoy, contestó rápidamente
- Y entonces, ¿Cómo estuvieron esos días en la playa?
- Bien, contestó
- ¿Sólo bien?, osé a preguntar. Luego continúe, para un viaje en la playa y un descanso tan largo, “bien” no es una gran descripción muy buena
- Bastante bien, dijo luego en compensación
- ¿Me extrañaste?, escribí sin pensarlo dos veces y lanzando sobre mis dedos la gran duda que me había asaltado durante todo los momentos en que veía el computador y me acordaba de él
- Claro que sí. Eres una gran amiga…

¿Amiga?. Algo no me calzaba y su distancia seguramente no era producto de mi imaginación. Realmente estaba cortante y era algo que me molestaba mucho, además de preocuparme. No me lo imaginaba sonriendo mientras escribía, si no que preocupado y pensando mucho en las palabras que ocupaba

- ¿Pasa algo?. Estás muy extraño, dije intentando buscar algún punto de conexión en nuestra conversación
- Si, respondió

Claro. Era obvio. Algo pasaba. Pero él no seguía escribiendo. No se decidía a decirme nada.

- ¿Qué pasa?, le cuestione
- Veras..

Seguí esperando a que continuara. A que sus mensajes me llegaran, que me dieran algo de lo que afirmarme. Pero se detuvo. Decidí no decirle nada y esperar. Unos cinco minutos después, envió lo que debió haber dicho desde el comienzo.

- Encontré a mi antigua novia allá. Y comenzamos a salir nuevamente… No sé que fue lo que paso exactamente, pero aún la tengo demasiado presente. Lo siento

Mi sonrisa había caído en pedazos al suelo. Sus palabras se me enterraron fuerte en el estómago y la realidad de ser solo una cualquiera detrás de un computador me revolvió todo mi ser interior. Lo imagine riendo mientras recordaba que alguna vez yo le dije que al parecer sentía algo por el antes de sus vacaciones. Lo vi en mi mente riendo y sentí una inmensa rabia pasando desde mi cerebro a mis dedos. Comencé a escribir

- Genial. No sabes cuanto me alegro, mentí. Debo irme. Nos vemos, espero que te vaya bien con eso.

Cerré la ventana. Lo puse sin admisión y cerré Msn. Apague el computador y salí de mi pieza. Aún con la rabia en mi cuerpo, el dedo sangrando y unas ganas inmensas de llorar, decidí ir hasta la cocina. Miré la bolsa y suspiré, finalmente aún me quedaban papas por pelar.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

....me hacía sentir como una frutilla gigante. Esa es una gran metáfora, ahhh..no me dejes sin título la próxima vez. Eso te lo agradecería, y me alegro leer a alguien que se preocupe de todo pero principalmente por la ortografía. Tengo algo que decirte: Podrías escribir algunos versos.

uacasa-nueva dijo...

la rabia, que sentimiento mas dificil de canalizar...impulsiva, descontrolada, fuerte, envolvente.

saludos ua

Voknahelio dijo...

hace mucho frío y es tarde, solo pasaba a saludar y te prometo que te leo y te comento otra vez este post :)

le petite nuage dijo...

holaaaaaa BaFoCa

...sorry si le bajo el perfil a tu blog con mi post incoherente xD

me gustoooo tu texto... no lo conocia!! eso es extraño! O=

saludos escritora


byeee

Anónimo dijo...

frodaaa
salio esto como codigo:
ipiwea

o_O

ya salu2 xD!

..TaSS..

Un Chico Nerd dijo...

prometo leer su post mas tarde



saludos

Un Chico Nerd dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.