sábado

-

Buenas tardes Señoras y Señores..

No tengo ganas de escribir algo, estoy cansada. Además tuve un pequeño percance con mi teclado (lease deje caer coca cola sobre él, asi que como comprenderan se enojo conmigo y se puso mañoso.. menos mal que no lo quería tanto, y no me costo nada ir a comprar otro, lease lo reemplaze por wn xD)

En fin.. Como les decía, no tengo ganas de escribir. Pero copiare algo que quizás algunos de ustedes que me leen hace más tiempo ya leyeron. Los más nuevos, supongo que jamás en su vida lo han visto. Es del verano creo, bueno.. en realidad no recuerdo muy bien, sólo que es de hace más de cinco meses..

Saludos a todos, me pasare ahora por sus respectivos blogs ^^!


*
El velador cercano a mi cama atraía mi atención mas de lo normal. Mi cabeza sobre la dura almohada, giraba cada cierto tiempo buscando el teléfono que se posaba sobre el. Era la única manera de dar fin a todo, de terminar lo que en la mañana había comenzado. Si él no lo sabía, no tendría sentido alguno. Si no se lo decía, tampoco lo habría logrado por completo.

Me destapé y comencé a levantarme, consciente de un extraño cansancio sobre mi cuerpo. Mi mano derecha se acercó hacía los números rápidamente, mientras mi izquierda acercaba el auricular hasta mi oreja. Pero ambas se alejaron apenas una de ellas marcó el primer número. El auricular cayó al suelo y tras recogerlo, colgué. Comencé a mover mis pies y me acerqué hacía el velador nuevamente. Tragué un sorbo de una bebida ya desvanecida con asco y decidí hacerlo. Eran ya sesenta y un días. Eran ya dos meses. El tiempo suficiente como para hacer lo que tanto me había costado. Mi mano derecha, esta vez con mucha más confianza marcó el número que por razones obvias, aún recordaba. Tras unos seis tonos, que me parecieron eternos, él contestó.

- ¿Alo?
- Hola. Soy yo, dije sintiendo en mis oídos un zumbido
- Ahh tú, respondió lentamente
- Si, yo.

Mi voz sonaba segura. O al menos, eso creía o intentaba. No era fácil. Cuando mi oído se lleno de su forma de pronunciar las palabras tan característica, pensé que por un momento todo se derrumbaría. Pero no fue así. Su manera fría de enfrentar mi llamada, me golpeó el rostro una vez más y me hizo darme cuenta de que había sido él, y nadie más, quien había hecho que hubiera terminado así de mal.

- Y bien, ¿qué quieres?, preguntó un poco molesto
- Contarte que lo logré. Que por fin tuve el valor de hacerlo
- ¿Hacer qué?
- Llevar a cabo lo que debía haber hecho hace mucho tiempo. Que lo tome con cuidado entre mis manos y que lo deposité en una pequeña caja de cartón. Que tenías razón. No era imposible
- No entiendo de que me hablas
- Si me dejarás terminar, quizás entenderías, le dije con la voz seca y fuerte
- Estás cada día más loca, contestó seguramente meneando la cabeza
- Pero al menos no soy la única
- Deberías irte a dormir, tomar un calmante o algo que te tranquilice. Te noto inquieta, casi como antes. Tienes que dejar de llamarme de una vez por todas
- ¿Porqué?
- Porque es importante que entiendas que todo se terminó

Todo se termino. Lo sabía y recién lo había tragado por completo. Sus palabras, no dejaron de dolerme a pesar de que ya lo había entendido. Era difícil escuchar que se mantuviera así de firme, así de imperturbable. No era el que yo hacía conocido. Ni parecido al que tantas veces me había hecho reír. Me costaba imaginarlo en su dormitorio mientras oía todo lo que yo le decía. En este momento me era totalmente lejano y desconocido. Aún así y para sentirme más segura con lo que decía, trate de imaginarme lo que hacía mientras me escuchaba. Debía estar descalzo como siempre. Con la ventana abierta de par en par y seguramente con un cigarro encendido si es que estaba leyendo. Si no, habría de estar encima de su cama, quizás viendo televisión o escuchando alguna música en ingles que tanto aborrezco y que él adora. Su dormitorio seguramente se encontraba totalmente impecable. Era difícil que hubiera cambiado su manía por la limpieza en tan poco tiempo. Después de su última frase, donde el “terminó” me quedo rondando en la mente, tragué saliva y no flaqueé. Le respondí tanto lo más indiferente posible y le dije:

- Lo sé. Claro que lo entiendo. No te llamaré nuevamente. Pero antes debes dejarme acabar de contarte lo que hice hoy, le aclaré
- Esta bien
- Ok. En cierta forma, no estaba tan equivocada. Lo sentía por todos lados; encima de mi cama, en cada pétalo de las flores de mi jardín, en las ampolletas y en las fotografías. Se había pegado en el suelo y en las paredes del lugar en el que habíamos dormido. Fue complicado, pero lo hice. Te confieso que al comienzo me costo bastante. Estaba demasiado nerviosa y el darme cuenta de que estaba adherido a todo me hizo dudar de si podría lograrlo… Pero ya sabes, no me rindo tan fácilmente. Además, tu mismo me lo habías dicho.. “si se quiere, se puede”. ¿Fuiste tu quién me lo dijo, no?
- Si, fui yo.
- Claro. Ahora lo recuerdo por completo. Solo podías haber sido tú, una frase acompañada de una voz grave y una mirada dulce no se olvida tan rápido
- Continua

Claro que continúo, pensé. Estaba comenzando a sentir que salía todo lo que tenía atrapado y ahora era mucho más simple. No más fácil, pero si mas sencillo. No me dolía escuchar su indiferencia al otro lado del teléfono y podía hablar con más autoridad. Mucho más tranquila que al comienzo de la conversación, seguí tal como él me lo había pedido. Decidí hacer oídos sordos a sus palabras y botar todo lo que me había hecho mal por tanto tiempo

- Lo fui guardando con calma. Me tomé todo el tiempo necesario. El mismo tiempo que se demoró en adherirse a todo lo que me rodea. Ya sabes, tengo paciencia y no me rindo tan fácilmente.
- Eso ya me lo dijiste antes
- Más de una vez pensé que aquella caja no sería suficiente para guardar todo. Pero lo fue. Entro por completo y no dejo ningún vació. Y es que antes veía las cosas mucho más grandes de lo que realmente son… Pero mientras lo guardaba, lo fui sintiendo cada vez más pequeño. Hasta darme cuenta de que ya no era nada frente a mis ojos
- ¿Nada?, me cuestionó intrigado

Él comenzaba a entenderlo. Su última pregunta me lo demostraba. Estaba acostumbrado a mi manera de decir las cosas y ahora, seguramente comenzaba a visualizar la razón de mi llamada.

- Absolutamente nada. La caja era más liviana que el pétalo de alguna flor ya marchita que en tiempos pasados tanto te gustaba regalarme. Y se había vuelto casi transparente. Había ido perdiendo su color mientras se llenaba. Tanto así, que cuando por fin recogí todo y le puse la tapa, solo podía darme cuenta de que la tenía entre mis manos por su ínfimo peso… Pero tu sabes, el trayecto hasta el jardín de mi casa es bastante corto y la distancia se hizo esta vez mucho menor. El hoyo, más grande que el tamaño de la caja, lo había hecho durante la mañana. La caja se alejo de mis manos casi por voluntad propia y la deje ahí. Llena de todo. A estas alturas, llena de nada.. Lo logré
- ¿Lograste que?
- Volver a poner bajo tierra, lo que nunca debió ver la luz del sol
- No entiendo a lo que te refieres
- Claro que no. Ahora, ya esta todo debajo de mis pies… Adiós
- Adiós

Corté. Mi mano totalmente segura, se despego del teléfono y con tranquilidad abrí mi armario. Dentro de él encontré otra caja. Una con forma circular y con un hermoso papel que la cubría por completo. La abrí y la encontré llena de pétalos secos. Sin olor, ahora sin recuerdos. Abrí mi ventana y los lancé al viento. Me quede ahí de pie. Respirando el aire de una noche como tantas que compartimos. Una noche que nuevamente pasábamos juntos, pensando en lo mismo, solo que en lugares diferentes. Ya que de algo estaba completamente segura. Mi llamada no te había sido indiferente.
*

5 comentarios:

Kari dijo...

yo no sé cómo lo haces, pero esas historias sí que son buenas. El otro día leí una y quedé como "Wow", ni si quiera pude comentarte entonces. Ahora lo hago. Sigue así.
Saludos!!

Mianet dijo...

siii, yo lei eso en el verano, y lo recordaba xD
viteh? leo tu blog ;O;
y te quiero y ahora muero de sueño porque desperté hace un rato xP
besos =***
au revoir ^^

Anónimo dijo...

a pesar de ser más corto que "diego", me gustó mas este.
no se por qué me llega tanto.


Saludos señorita! :)

Anónimo dijo...

Que las gotas de miel nunca falten en tus mañanas tinta dada al virtuosismo.

Limón dijo...

Yo no lo habia leido =P

esta cult ;)

me gustan tus cuentos

besos