martes

Hola y chao

Lo confieso, me gusta Shakira. Me encantan sus canciones mamonas y en general me gusta sentir cosas en la guatita con las canciones lloronas que dan ganas de cortarse las venas. Me gusta perder el tiempo en facebook, aunque si estamos con cosas, podría decirse que me gusta perder el tiempo de la forma que sea, al momento que sea y con quien sea. Sentarse a contar los autos, a mirar las patentes, a fijarse en los cordones ajenos, a pensar en que niños son bonitos con una amiga, a observar el estilo de los bolsos ajenos, a sentir que hace frío pero quedarse en el lugar más helado. Lo confieso, soy una persona auto referente, por eso tengo blog. Me gusta hablar de mí, de mí y de mí, sin que eso sea egoísta o al menos eso me gustaría pensar. Me encanta comer pan con queso, y si es derretido creo que puedo decir que es uno de los mayores placeres de la vida. Me carga la coca cola caliente, la limón soda cuando no está completamente helada y la fanta me deja un sabor extraño en la garganta, aunque creo que hace un año al menos que no la pruebo. Me gusta hacer tallarines, porque es divertido preparar la salsa y me encanta el jugo Livean porque su propaganda con esa música pegajosa logro apoderarse de mi. Tengo reggueton (o regueaton, regeton) en mi computador, porque a veces me gusta escuchar música que me anime y me haga saltar sola en mi pieza como si estuviera en una fiesta. Me encantan las 4 de la mañana, porque a esa hora nadie está despierto y el silencio se escucha bonito. Confieso que me gusta usar calcetines en invierno al dormir porque así no se me congelan las patitas, que me encanta el olor a la goma de los guateros y el helado de coco. Me gustaría tener la voz más ronca, los ojos sin bolsas y la boca más roja, las manos más lindas y un pelo con forma adecuada y no de sauce llorón. Me gustan las faldas, pero me cargan las piernas mías y las ajenas. A veces, de forma muy psicópata, trato de acordarme de los olores de las personas y en el metro me desespera no poder sacarle las pelusas de los abrigos a la gente. Me apesta ser baja porque en las multitudes apretadas siempre me toca estar a alturas feas. No tuve fiesta de 15 y me alegro de eso. Odio la carrera, pero hay veces en que me he imaginado dando el examen de grado (y reprobándolo, claro está). Solo estudio a conciencia cuando tengo miedo de echarme un ramo. En el colegio estudiaba las noches antes y me sentía la más bacán del curso. Ahora no me siento la más bacán de la U, pero sigo creyéndome bacán. Me cargan las secciones de lencería de los malls, porque creo que los calzones y sostenes deben ser blancos o negros, así como toda una vieja amargada. Me gustan los cuartos de libra con queso, me molesta el olor a las sopaipillas de la Tía Castrol y el color de esa mostaza rancia que mis compañeros le ponen encima. Lo confieso, una vez me confese antes de hacer la primera comunión y desde esa vez, he comulgado dos veces. No soy católica, pero a veces me gustaría pensar que Dios si existe. Extraño todos los días de mi vida a mis abuelas y si lo pienso demasiado me dan ganas de llorar. Me cargan las lágrimas, pero han salido más de dos veces de mis ojos por ti. Me rio fuerte y me importa un cocodrilo que a mis amigos les de vergüenza. Me gusta creerme hippie posmoderna y usar pañuelos de colores en el pelo. Me sé las canciones de Miguel Bosé y cuando fui a verlo con mi mamá grite mijito rico igual que todas las señoras de las cuatro decadas que estaban ahí. Tengo una especie de obsesión admiración por Ricardo Lagos porque el loco es terrible de mandón y nadie lo comprende. A veces le digo a mi mamá que debi dedicarme al canto lírico y ella se ríe de mi, en realidad siempre se ríe cuando me ve bailando con una escoba, cantando con un desodorante como micrófono o actuando como si fuera peruana. Cuando chica rayaba las paredes de mi pieza y me comía la parte de atrás de los lápices, hoy en día, rayo mis cuadernos y los ajenos y muerdo las tapas de los lápices como si tuviera 2 años. Me gustaría haber vivido en los 60, en un mundo pasado a marihuana y con pantalones anchos y el ombligo afuera, de la mano de un tipo cochino pero con el pelo largo y una manga de cabro chicos atrás a pata pelá. Me creo super moderna y digo que nunca me voy a casar, cuando en el fondo reconozco que en mis momentos de debilidad más absurda llegue a imaginar cosas así. Me encantan las estufas a parafina, el olor a eucalipto y el pan con mermelada cuando afuera está lloviendo. Esos pañuelos terroristas de colores, más por ideología en realidad es porque los encuentro bonitos. Confieso que siempre tengo la punta de los dedos helados, la nariz blanca como un dedal y las rodillas gordas como una papa. Cuando chica tenía la mochila barbie, la colonia barbie, y todas las partes de la vida barbie tan inimaginables como el cibercafe barbie (aunque eso fue ya en mi ocaso del contacto con las barbies). Antes sabía tejer y hacer queques, pero apenas me acuerdo de cómo se hacen las sopaipillas, y acordandome de eso, me da asco la manteca, y los platanos cuando tienen una parte negra o el tomate con partes blancas. Me carga la palta con hilachas, los lugares oscuros y los años impares. Mi mamá dice que me falla, que me parezco a mi tía. Yo creo que soy original, terriblemente bacán y requetecontramente incomprendida. Macro, si macro. Cuando me enojo (cosa que pasa muy seguido) mando a todo el mundo a la cresta, pero antes les digo el rosario de las razones de porque me enoje y todos quedan marcando ocupados. Creo que soy sincera, picota, sincera pero picota. Me gusta Bridget Jones, porque no es perfecta y dos nerds enfermos de ricos (lala) se pelean por ella, porque siempre la embarra y es espontánea. Me gustaría pensar que soy espontánea, pero a veces pienso demasiado las cosas. Eowyn porque es luchadora y no se queda en la casa esperando a que el wachon vuelva con el triunfo, Lucy porque es sexy de forma muy animada y Calamardo porque es incomprendido, Helga porque es ruda y masculina, Timon porque es cómico, Ron porque es demasiado imperfecto y humano, Ginny porque es linda, Alberto Fuguet porque pone los garabatos bien puestos y Benjamin Vicuña porque tiene cara de príncipe no rubio. Ah, no les conte, al final yo me caso con Hugh Grant, es que me encanta su voz (L).



2 comentarios:

Camila dijo...

wooow...es una verdadera declaración de principios de esas que todos leen el principio y final, y no cachan que al medio está li importante, como la parte de ricardo lagos o de los sostenes blancos XD

saludos

Anónimo dijo...

las palabras en cursiva deberían darte sospecha ¡desconfía de ellas! no son lo que dicen ser; esconden secretos que insinúan sutilmente con su inclinación hacia la derecha (¿por q no hay cursivas que se carguen hacia la izquierda? maldición, hasta las fonts discriminan a los zurdos... ¿o habrá un complot político de trasfondo?)

como sea, me sorprende la capacidad de la gente para poder hablar tanto de sí mismo sin caer en la egolatría o en la falsa humildad... creo que yo no podría escribir tanto respecto de mis manías (aunq tengo muchas) porque evito conocerme, al menos materialmente.

en fin. saludos =)
(es bueno saber q alguien pasa por mi blog)