miércoles

Cuchuflis

Mañana sale el sol se repitió apenas entraba a ese lugar. El mismo instante en que comenzaba a sentir que se ahogaba, mientras que todos los demás creían que ahí abundaba el aire. Se engañaban con los ventiladores que de manera novedosa les brindaban aire y que se tornaban cansados al no poder refrescar a todos. A ella en especial no era eso lo que le molestaba, sino que esa luz artificial que le entraba por los ojos y colapsaba la tranquilidad de sus córneas. Ese intento de los demás uniformados por apaciguar el asqueroso olor a sus pensamientos con una tonelada de perfume en su cuerpo y de embellecer lo poco de pureza que les quedaba en el alma buscando una combinación perfecta de colores que les ilumine el rostro. Y mientras los párpados les pesan más que el mismo peso de la conciencia por lo que se hizo en el día, ella siente que se le mueve todo lo interno con cada centímetro que avanza y con cada golpe que los zapatos de tacón que tanto odia dan contra el suelo. Y esa abrumante sensación de tener pegado a cada pedazo de tu cuerpo el de alguien que no conoces le da una especie de asco y miedo. Se cubre los brazos con un chaleco sintiéndose desnuda de una manera absurda y se tapa la cara con las manos sudadas por el calor que ha empezado a ahogarla nuevamente. Debido a esa costumbre arraigada desde pequeña en la que tanto le había insistido su madre, pone las sensaciones en una balanza, y decide que prefiere morir de calor que de asco, y acomoda las mangas en sus brazos como si un centímetro de piel destapada pudiera exponerla al peor de los males. El ir y venir de un cúmulo de personas que morirán sin que ella se entere y el repetible rostro gris de cada uno de ellos la marea y le causa una repulsión impresionante. De todas formas prefiere mantener su mirada atenta por terror a que el descuido la lleve a algo peor. Teme por los dedos de sus pies descalzos al ver que su vecino fija los ojos en el suelo y al parecer en ella. Se maldice por haber elegido durante la mañana sandalias que expusieran a los ojos ajenos el color pálido de sus dedos pequeños, y espera en vano que todos miren hacia el techo. Traga saliva intentando reconfortarse, respira con precaución y se trastorna en la espera de un plazo que no llega. Evoca en su mente el recuerdo de esa canción de Amaral que solía calmarla, y se encuentra con que sus labios procuran reproducirla sin mayor éxito. Cuenta hasta diez; lo logra. Recuerda ese verso, esa parte que le devuelve el alma. Abre los ojos, mira hacia fuera. Estación Salvador. Se tapa el pecho con el chaleco, avanza hacia la puerta chocando su espalda y sus senos con cuerpos ajenos y se odia por no tener un cuerpo delgado que le permita pasar entre las sombras sin tener que tocarlas. Sale por fin de ese calvario, choca sus tacones con fuerzas contra el suelo y mira el reloj de su celular. Siete y media, sube la escalera sacándose el chaleco de la espalda mojada. Siete treinta y uno, ve nuevamente el sol.



4 comentarios:

Esteban dijo...

Siempre me ha llamado la atención la descripción de una escena.

A veces, el contar una historia, o hechos, llama menos la atención. No se que tendrá de especial, pero quizás es porque me gusta la fotografía, y así como en ella me gusta apreciar como se puede enfocar un detalle aparentemente irrelevante, me gustó leer esta escena. Desde el sonido del taco, o la sandalia. O aquellos ventiladores tan curiosos que impregnan el ambiente de esa humedad curiosa.

Me gustó mucho =) Visitaré mas a menudo tu blog, y ahora que me las doy de subir algo de vez en cuando al mio, te pondré en los links =P

Au revoir, Frodita!

Anónimo dijo...

Yo una ves publique un relato similar, contando mas o menos una situacion con lujo y detalles. La foto del metro me trae malos recuerdos jjajaja.

Saludos y suerte.

Galita dijo...

ahh esas precoupaciones absurdas, esos pensamientos inconexos cuando nos vemos expuestos ante tanta gente tan próxima, que en realidad como sale en este relato están casi sobre ti, haciendote sentir vulnerable y frágil... me trae recuerdos de las mil y un tonteras que he llegado a pensar, las observaciones en las personas que te rodean de hecho encontrar rasgos tan bellos en algunas mujeres jajaja ahhh como digo esto!! suena tan lésbico pero lo cierto es que hago eso inconciente, la música que escapa de algún mp3 o celular amo ver como algún tipo fanático mueve los dedos siguiendo la melodía a través de las barras del vagón,a veces quedarme dormida por el calor o la hora sujetada por el resto de la gente que se transforma en una cama humana, encontrar aromas que traen remembranzas... recuerdo el perfume de una joven ese aroma era el mismo al de unas muñecas de plástico que tuve y a eso se sumó la nostalgia de mis años en la básica
Si realmente lo común, lo cotidiano resulta no serlo cuando el viaje se transforma en invitaciones ya sea a recordar, aflorar miedos, divertirse con algo cualquiera sea el matiz hace el viaje distinto.
Un beso Froda :) me encantó tu escrito

Javiera dijo...

Me acuerda ak orimer capítulo de subterra... no recuerdo como se llamaba, pero se que era el primer capitulo del libro.
Yaaaa me stás hueviando, paraaaa si sé que te mueres porque al menos tengas una incoherencia que venga de mi persona en tu blog. Tú crees que otro día te postearé? Olvídalo, la vejez de los 19 años vienen...
Sorry, se me olvidó que ya tenías 19. Por puro que te creís madura y grande.... yo creo que yo soy la más madura de todas (H).
Sólo porque quieres que te llore... ya te mandé una carita llorando en msn. Feo tu chantaje, feo feo feo feo!!! así como mis arrugas que vendrán el sábado-domingo.

Ya mujer aunque borres mi post imbécil antiperfildeblogger tú sabes que te quiero...


te quiero puro pegar por lo mala que eres conmigo ahora :'(..

Mentira.. si LE quiero... así que no te avergüenzo más con mis incoherencias.
Adiós, Le quiero!
=****