Todas las mañanas se repite el mismo sentimiento; detestarla profundamente. Nos subimos al auto todavía somnolientos. Yo me siento y enciendo la radio. Luego finjo que busco algún disco decente para así no tener que escuchar la radio de minas que ella adora. Luis Fonsi a las siete de la mañana solo puede empeorar las cosas. La miro de reojo para ver si realiza el mínimo gesto que tantas veces le he pedido, pero la muy hueona está concentrada poniéndose rímel en las pestañas, delineándose los ojos y tirando besos al espejo mientras se cansa de encontrarse rica (pues bien sabe que lo es). Yo pienso cuantas veces se le puede pedir algo a alguien para que finalmente lo haga. Ya po vamos, dice ella consciente del atraso. Por que no te ponis el puto cinturón de seguridad? Le contesto yo.
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