domingo






A mi papá le gusta que le cocine porotos granados, le gusta que sean espesos pero no tanto, acompañarlos con tomatito. A mi me gusta cocinarle, en realidad me gusta cocinarle al mundo. Me carga pensar que todo mi lado macho recio y poco femenino se ve destruido cuando pienso que en el fondo doro cocinar y me veo con un delantal pelando choclos.
Aprendí a hacerlos cuando era más chica. Me enseño la Yaya. Ella hace rato que no veía y las piernas ya no la acompañaban como para estar parándose a cada rato para ir a revisar como avanzaba la comida. Yo, que odiaba ir al colegio y prefería quedarme durmiendo, me volvía loca cuando podía apoderarme de la cocina. Me acuerdo como si fuera ayer cuando me daba instrucciones sobre cómo se cocinaban. La Yaya se sabia de memoria los pasos a seguir, no necesitaba estar conmigo en la cocina sino que le bastaba estar sentada lejos en el living y gritarme las cosas que debía. Siempre que cocino como me enseñó me acuerdo de ella, siempre que me fumo un cigarro la echo de menos. Es extraño como la comida te trae recuerdos.




1 comentario:

caely dijo...

Uy!! soy tan mala para cocinar, la verdad es que no me gusta. Pero mi marido le encanta lo que es un gran alivio para mi... Admiro a los que cocinan y le ponen tanta energía y buena vibra... típico que se nota al paladar...

Estoy retomando esto asique te estaré visitando!!

Saludos...