sábado

La vida, lo que soy, lo que eres es una consecución de segundos, instantes, movimientos pequeños que son nada pero que son todo a la vez. Según mi papá, nuestras existencias pueden ser perfectamente comparadas a las carreras de los caballos. Eso me lo dijo hoy, cuando estábamos sentados en el club hípico, y cuando entre una carrera y otra se formó una conversación de esas que nacen de las moléculas de oxigeno pero son tan bonitas. Me imagine corriendo, sin parar y mirando hacia delante, con miedo de detenerme y así permitir que alguien me gane, alguien me supere. Pero después de la meta, hay camino por seguir corriendo, ese no es el final me dijo mi papá. Ahora me pongo a mirar fotos, no de esas digitales, sino que de esas del pasado, las que con el tiempo se ponen amarillas atrás, a las que nunca mis papás les pusieron fechas para saber qué cumpleaños era el que me celebraban. A veces me da tanto miedo olvidarme de los detalles de los rostros de los que ya se fueron que me pongo a mirarlas, para acordarme de las arrugas y de los lunares, de la nariz más grande que la mía y de la forma del pelo. Lo malo de las fotos es que no guardan las voces, y ver videos llena la garganta de nuditos feos de angustia, lo bueno de ellas es que captan sonrisas sonrisas y más sonrisas. No sé porque escribo, en realidad nunca hay razones demasiado claras en mi cabeza. Afuera la lluvia cae con rabia, a mi me carga que llueva, pero a veces me gusta mojarme. Es tan raro (lo que no ha de extrañar a nadie ya que la rara soy yo), pero creo que hay momentos en que uno se siente más vivo que en otros. Los momentos de las fotos suelen ser momentos así. Para no olvidar a los muertos entonces, hay que recordarlos cuando ellos se sienten más vivos que nunca. Y reír, porque reír sana el corazón más que nada en la vida, sentir en la nariz el olor de la torta, del pasto recién regado o de ese pavo de navidad, y repetir en la cabeza las canciones del cumpleaños con mi voz chillona, las palabras de los otros y las propias, y no olvidar, no olvidar lo que no debe ser olvidado. Querer, aunque sea a distancias infranqueables, querer, aunque el tiempo ya no lo permita.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy en la U y tengo penita y me vine a leerte y me dio más, pero te adoro y me encanta que expreses tanto sin miedo a ser leída... yo no soy así. Lo único que se me ocurrió fue escribir en mi cuaderno y llorar como idiota.

como que te amo sabes?... y me carga el tiempo y la distancia y las ganas de verte y de reirnos de nuestros problemas y de la demás gente. Que se yo, cosas que haría ahora mismo y que luego recordaría con cariño.

shin.

Canal Preto dijo...

Hay que agradecerle a Kodak lo sobrevalorada que está la imágen por sobre los sonidos. Nadie dice "voy a sacar la grabadora". Todos piensan en "la foto". Al tiro.