lunes

A medias

Parece que mi blog no funciona

veamos sin esto trae suerte

saludos


Yo creo que me enamore de sus palabras, al igual que el se enamoro de mi orgullo inagotable. Fue algo que paso en un solo día, en unos pocos momentos. Cuando ví que lo tenía al frente, esperando que yo renegara de todo y de nada, y que sin ningún escrúpulo le dijera que no lo quería. Intentando ponerme a prueba, porque en realidad el sabía que yo moría por el. Y yo también. Tenía claro que era así y que mentirle era sólo un intento estúpido de mantenerme al margen. Que finalmente sólo tenía ganas de abrazarlo y de sentir que estaba cerca. No de besarlo, eso no lo quería aún. Pensaba en ese instante que un abrazo era todo lo que me faltaba para sonreír con extrema satisfacción. Pero sus palabras de tanto gustarme me ponían incomoda. No podía creerle todo, más bien no le creía nada. Y era que tanta unión mental entre ambos no me satisfacía la cuota de realidad. No podía ponerme un collar largísimo de oraciones que no me calzaban bien en el cuello, algo que no se me veía bien. Y yo creo que era desconfianza, o un poco de miedo. Por qué finalmente si lo quiero, ¿porque no me puede querer él a mi? Y es que siempre he tenido la maldita idea de desconfiar de todos. Y es que las mentiras son algo con lo que me he identificado siempre, sobre todo porque no creo que sea un pecado inmenso decirlas. Es algo así como un mecanismo de defensa que en algún momento se agota, pero que mientras dura, no es tan malo como lo pintan. Y es que era así, yo estaba segura que el también me estaba mintiendo. Que tal como yo le decía que no lo quería, el me mentía diciéndome lo contrarío. Intentando probar hasta que punto mi orgullo aguantaba, hasta que punto podía resistirme a un verbo bien conjugado o a una poesía sin rima, pero que sonaba bien igual.

Y finalmente me resistí, y claro él se aburrió. A todos les pasa, ¿no?. Yo pensaba que nos llevaríamos la vida entera en un ir y venir de palabras crueles lanzadas con profundo cariño, pero esa contradicción duro mucho menos de lo que yo creía. Y es que poco a poco, las cosas se van gastando hasta hacerse invisibles. El problema, el gran y sin solución problema, es que yo aún lo tengo frente a mis ojos. No puedo dejar de mirarlo, a pesar de que él ya no me mira a mi. Y que sus collares de oraciones lucen en el cuello de otra. Yo aún tengo guardado el que me dio a mi. Y aunque como antes, no me queda bien, siento que al menos es mio por completo, y es algo que no desaparecera. No cómo él, que ya no está.







6 comentarios:

AKS dijo...

Onda psicología inversa. Claro, al final eso aburre. Porque también se requieren momentos de franqueza para dejar en claro que todo es un juego. Si no existen esos momentos la cosa se diluye, pierde sentido y quedan las puras palabras.

Con el tiempo uno se aburre de ese juego. Con el tiempo uno se da cuenta que ser directo es más "rentable"...

Tu post anterior fue desubicado. Cómo se te ocurre escribir sobre lisiados si aún no es diciembre ni llega la Teletón. Tienes que esperar a que Don Francisco despierte nuestro espíritu solidario, no puedes estar lanzando esa clase de ideas subversivas así como así.

El otro template estaba bueno porque no tenía ninguna niña colgada en la cabecera.

Saludos.

Anónimo dijo...

es que uno nunca sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
lo triste es que muchas veces nadie dice nada y callan para siempre.
muy lindo escrito.
:) besos!

P.S: disculpe no postear antes, es que he estado enferma.

Limón dijo...

Que lindo

me encanta pasar por aqui

parece q por orgullosa me quedare sin pan ni pedazo :O

jaja

no no, mejor uno que no mienta =)

besoss

Limón.

Poliester dijo...

Es el hermano melliso de mi ex???
Ánimo, no se pasa y no es tu culpa. Lee mi blog. vas a ver que cuando una se quiere enganar, no hay forma de entender por qué actuamos así, pero en el inconciente, siempre sabemos lo que tenemos que hacer. De verdad leelo...
saludos

Unknown dijo...

No sé de qué manera se sale más patrás; mintiendo o diciendo la verdad. Anyway, bonito texto.

Anónimo dijo...

Wow, Primera vez que soy un Protozoo :P en fin.

"Y es que siempre he tenido la maldita idea de desconfiar de todos" Esa oración creo que se repite en muchas personas, tememos salir heridos y por eso desconfiamos, intentamos mantener distancia para no salir afectados pero desgraciadamente a veces quedamos más heridos por la distancia y la indiferencia. Actuamos sin lógica aparente dejando de lado nuestros deseos para no terminar mal cuando en realidad con eso ya nos estamos haciendo un daño.

Por otro lado no podemos lanzarnos a nuestra suerte sin intentar controlar la situación, lo que casi siempre es imposible.

¿Cómo saber si vale la pena arriesgarse? La única forma de tener certeza de ello es intentándolo. Desafortunadamente las dos opciones posibles pueden ser igual de dañinas aunque cada una con sus propias características.